sábado, 7 de febrero de 2009
lunes, 26 de enero de 2009
jueves, 22 de enero de 2009
El sabado voy devuelta a ver otelo
la re emosión,realmente me encanto el musical
se sabe por mi critica jajajaja
lunes, 19 de enero de 2009
jajaajaja ...La Nacion ,para atras
Una de las muchas preguntas que despierta el estreno de Otelo. El nuevo musical es si una tragedia isabelina puede oficiar de marco para un musical o si, por el contrario, la tragedia tiene el poder de revelarse y asomar en los momentos menos esperados en cualquier versión. Otelo es precisamente una de esas obras en que la filosofía shakespeariana asoma con fuerza al mismo tiempo que goza de un entramado perfecto que va siendo percibido a través de las estrategias de Yago.
El problema aquí no es tanto de los autores como del contexto cultural en el que están inmersos. Las industrias culturales sienten pavor frente al vacío, el nihilismo y la desesperanza. Necesitan apostar por un final feliz, ¡aunque sea una tragedia! Y si la trama original no lo permite se creará una metáfora que sí lo haga. Este Otelo, lógicamente, tiene muerte y sangre. Pero previamente, para sortear ese obstáculo, hicieron de Desdémona un personaje salido de algún producto de Disney (hecho que luego vuelve inverosímil el momento en el que enfrenta a su padre y, peor aun, a su propio marido) con un momento musical cargado de luz y de esperanza romántica. En el original, Desdémona se compara con una mariposa por su filiación a un espíritu de paz. Pero aquí la "mariposa" -y no ignoramos la línea zoológica de interpretación de los personajes del autor isabelino- deviene en un elemento que permitirá a los cuerpos, una vez muertos, encontrarse. Y en el momento del saludo, fiel a la estética de los musicales con la canción de cierre, Desdémona y Otelo, ambos resucitados, harán tabla rasa de todo el planteo shakespeariano.
Pero si nos olvidamos de Shakes-peare y tomamos el espectáculo como una creación original del dueto Cibrián-Mahler, hay que decir -en el sentido exactamente contrario a lo anterior- que ambos conocen el género como pocos en nuestro país y que entienden lo que el público quiere, aunque sea ésta una obra dispar en sus resultados, que tiene un primer acto extrañamente empobrecido, pero un segundo en el que la música, los intérpretes y la puesta en escena parecen despertarse y ofrecer otra obra. Es en el segundo acto cuando Cibrián apela a lo coral y encuentra allí la mayor potencia escénica, que le permite resaltar, por contraste, los solos o los dúos románticos que luego tan bien maneja.
Buenas interpretaciones
Desde lo interpretativo, hay que señalar que tanto Juan Rodó (Otelo) como Georgina Frere (Desdémona) y Lorena García Pacheco (Bianca) hacen un trabajo eficaz en función de lo que la dirección les pidió, pero quien sobresale es Daniel Vercelli, que logra darle a su Cassio algo de lo presente en el original. Con una participación menor -tan menor que no está destacada en el programa de mano- la actriz que hace de Mariselda, la hermana de Desdémona, logra aportarle a la protagonista una pureza de la que interpretativamente ella carece.
En cuanto a lo escénico, hay que destacar las luces que realizan juegos más que interesantes, pero fundamentalmente el trabajo de René Diviú, con la escenografía y el vestuario. Este último es de una belleza y una prestancia que realmente conmueve porque encontró el equilibrio justo entre las exigencias de ser verosímil en tanto vestuario de la corte de Venecia y lo que el escenario requiere para darles movilidad y dinamismo a los actores que lo usan. Sería bueno que en lo escenográfico se tome una decisión final sobre la tela que cuelga del techo, que tiene la capacidad de crear ambientes, pero que, para ello, necesitaría de una marcación precisa que organice cada uno de sus movimientos en el momento justo.
miércoles, 14 de enero de 2009
mi opinio sobre otelo
sábado, 10 de enero de 2009
criticas sobre otelo
Diario Clarin
El musical de los celos y la traición Fiel a un estilo, la puesta del clásico de Shakespeare de Pepe Cibrián Campoy y Angel Mahler, dura tres horas. Hay rigor, talento y una gran producción. Una versión libre y musical de Otelo, que modifica la historia concebida por Shakespeare y agrega personajes, acaba de estrenarse en el teatro El Nacional. Una auténtica superproducción, que transforma un escenario despojado -en el que entran y salen algunos escasos elementos para construir los diversos espacios- en un ámbito desbordante de personajes, historias, intrigas y bailes. Pepe Cibrián Campoy escribió, dirigió y diseñó las coreografías del espectáculo. Angel Mahler compuso la música original y dirige la orquesta. Llevan 25 años trabajando juntos y sin dudas, la dupla imprime a sus puestas un sello propio, fácilmente reconocible. Las obras de Cibrián-Mahler cuentan con elencos numerosos, trajes fastuosos, actores (en su mayoría) desconocidos y despliegues ambiciosos. Este libro, basado en un clásico, no cambia la esencia del texto original: los celos y la traición como ejes temáticos alrededor de los cuales todo gira; y un final, por supuesto, trágico. La historia transcurre en el siglo XVI, en Venecia. Comienza con la llegada de Otelo al Palacio Ducal, luego de haber conquistado Chipre.
Esta versión agregó el personaje de Bianca, como amante de Otelo -con el fin de lograr que se case con ella, hace creer al moro que espera un hijo de él-, a Leticia, nodriza de Bianca, a Mariselda, hermana de Desdémona, a cardenales, curas y a un carnaval veneciano que aporta color y brillo a la puesta. El protagonista es un artista que logró fama y reconocimiento gracias a Drácula, también de Cibrián-Mahler, y que ha actuado en varias obras de la dupla. Con maquillaje negro, y peinado y traje moriscos, el barítono Juan Rodó compone a su criatura, que tiene enorme presencia a lo largo de las tres horas de espectáculo. Lo hace con convicción y luce su buena voz. En un elenco bastante parejo, se destacan Daniel Vercelli, quien da vida a Casio, y Lorena García Pacheco, que compone a Bianca con gran desenvoltura. Mercedes Benítez, como Leticia, también merece ser destacada. Diego Duarte Conde interpreta a Yago, el emblemático personaje creado por el dramaturgo inglés. La escenografía y el vestuario están a cargo de René Diviú. En esta ocasión, una inmensa pantalla cubre el fondo del escenario y en ella se proyectan algunas, pocas, imágenes que acompañan a distintas escenas. Rigor, talento y una gran producción se conjugan en Otelo y el resultado es una obra interesante, que capta sin dificultades el interés de la platea y que lleva muy bien la trama, aunque le falta síntesis. Dos actos -separados por un intervalo de diez minutos-, que podrían resumirse en menor duración.
Con orquesta en vivo, Otelo es una puesta operística, con la estética que a lo largo de un cuarto de siglo han consolidado Cibrián-Mahler y que cuenta con fanáticos seguidores.
Diari La Razon
Pepe Cibrián Campoy regresó ayer a los escenarios del teatro El Nacional (Corrientes 968) con una versión de "Otelo", un musical con melodías de Angel Mahler y el protagónico de Juan Rodó. Se trata de una superproducción musical que reúne a 80 personas en escena, entre artistas, músicos, creativos y técnicos.El estereotipo de Otelo habla de esta obra como una tragedia sobre los celos. Sin embargo, Cibrián quiso darle otro matiz y ubicó el foco en la traición, en una versión libre sobre la obra de William Shakespeare. En dos actos y 150 minutos de pura música, sin intervenciones habladas, la traición es el tema principal. "Yago es un hijo que se siente traicionado cuando su 'padre', Otelo, lo abandona por Casio. Así surge una especie de Caín y Abel", explica Cibrián quien junto a su socio Mahler tienen en su haber obras como "Calígula", "Mágico Burdel", "Divas", "Los Borgia", "Las invasiones inglesas", "Drácula", "El jorobado de París 1 y 2", "El Rey David", "Las mil y una noches", "Cleoplatra", "El fantasma de Canterville", "Aquí podemos hacerlo" y "El retrato de Dorian Gray", entre otras."Otelo" es una tragedia romántico-musical. Es una concepción estética diferente en donde los espacios se llenan con telas mágicas, proyecciones, películas y luces encandilantes que muestran fuegos de artificios. Con un elenco de voces majestuosas acompañados por una gran orquesta en vivo dirigida por Angel Mahler en persona. Una pieza que habla de traiciones, vanidades, de ceguera, de la brutal decisión de obtener algo en donde todos los medios justifican ese fin. n
martes, 6 de enero de 2009
ya tengo mi entrada para otelo!!!
fila 3 platea!!!
asi que a esperar ,seguro va a estar re bueno,como siempre.